viernes, 12 de septiembre de 2014

RATIO LEGIS

Así actúan los pequeños filisteos cuando descubren su fracaso

Roberto Rue
 
Ratio legis es la razón de ser de una ley, es el fundamento que debe inspirar el contenido y alcance de las normas jurídicas. Los reglamentos académicos relacionados con los concursos no están exentos del mismo principio. Es decir, la finalidad de la selección de antecedentes del aspirante a un cargo está en función directa a su capacidad relacionada con el tema por el cual se llama a concurso. Esta es la razón de ser de un llamado a concurso, y lo es de un modo excluyente. El 21 de agosto se evaluaron  mis antecedentes para la cátedra Análisis Musical III y IV, en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba. En esta materia y en este momento, soy el único que tiene antecedentes importantes relacionados con el análisis musical en esta Facultad. Soy autor de siete libros y más de veinte artículos sobre el tema, publicados en el país y en el exterior, incluyendo un libro en Alemania, sin embargo, el jurado me descalificó totalmente. Entre otros argumentos de poca validez para la finalidad del cargo, me hicieron la observación: “no tiene premios”. Esto es asombrosamente ridículo. Tener composiciones musicales premiadas, acreditar gestión, ser adjunto en otras materias, estar dictando o haber dictado clases en otras dependencias educativas sobre otros temas, incluso, el tener título universitario, no son razón suficiente para justificar la idoneidad en un cargo docente. Este concurso fue un verdadero fraude, con argumentaciones ad hoc para justificar lo injustificable, y lo que es peor, no se contempló el objetivo del concurso, que es ofrecer la mejor opción para los estudiantes. Pero, como siempre ha sucedido en la Facultad de Artes, estos últimos son los que menos se tienen en cuenta; el acuerdo espurio entre los docentes prevalece inexorablemente. Así, la cátedra quedó a merced de principiantes. Los integrantes de jurado fueron: Pablo De Giusto (un guitarrista con orejas pero sin cerebro), Santiago Rojas Huespe (un jovencito, estudiante recién recibido y sin experiencia), Tatiana Shundrovskaya,  y María Guadalupe Vega (aparentemente, mujeres sin voz ni voto). “Felicitaciones” para ellos por la generosa impunidad que les otorga la U.N.C. Estos docentes tienen el futuro académico asegurado.
Sinceramente, lamento hacer este comentario, pero como en cualquier día de furia, la confesión es parte de mi terapia. 6/9/2014.


Otros comentarios derivados de la misma situación 

Aunque no lo creas.

La ciencia progresa gracias a nuevas técnicas de observación y control. El estudio y la enseñanza de las disciplinas artísticas, en lo que se refiere a su análisis estructural, sigue el mismo camino. Sin embargo, el concepto de análisis musical impuesto en la Facultad de Artes de la UNC, implica no admitir nuevas técnicas de análisis en los niveles más avanzados, porque no es lo que se viene haciendo desde un principio. Esto significa, por ejemplo, que las teorías de Schenker o Narmour, no deben permitirse porque la perspectiva de la musicología histórica, con la cual se comienza el estudio de la música, no se corresponde con las etapas más adelantadas de la interpretación analítica. Semejante ignorancia da vergüenza, y es defendida obstinadamente por algunos docentes de esa dependencia académica. Dios proteja a los estudiantes de semejante disparate.  
Esta idea paleolítica, impulsada por el prof. Pablo De Giusto, está mencionada en el Acta de selección de antecedentes como condición para asumir el cargo en la cátedra de Análisis Musical III.



Corda Frates

Privilegiar los “papelitos oficiales” (títulos) en detrimento del conocimiento, es una torpeza inadmisible en los ámbitos académicos. Algo que escribí hace unos años con relación a este tema: Curriculum vitae. Los títulos aseguran que alguien pasó por la oportunidad del conocimiento, pero no garantizan su posesión. De cualquier manera, en una sociedad basada en el poder de la propiedad, en la “adscripción racional a los valores”, los títulos cumplen la función de hacer legítima la exclusión social (Weber) y protegen, al mismo tiempo, a un montón de incapaces indispensables para bloquear los accesos por donde la inteligencia “no diplomada” pueda entrar y ocupar posiciones clave en la división del trabajo.
La “Corda Frates” sigue presente en la Facultad de Artes, lamentablemente..
 


Ética miserable

Apenas unas horas antes del concurso se hizo una insólita movida de las fichas sobre el tablero. Fue sin ética y con dudosa legalidad, para favorecer los intereses personales de la jefatura del departamento a cargo de Claudio Bazán, un aventajado en el país de la amigocracia y reconocido acosador sexual de las estudiantes. Ésta es, una vez más, la prueba de que el curriculum no sirve para nada, y que es más efectiva la complicidad servil, especialmente para los que están dispuestos a trepar a cualquier precio. La ingeniería utilizada para alinear los intereses personales en el ámbito universitario es realmente asombrosa. Y no lo es por el ingenio, sino por la impunidad reglamentaria con la que actúan algunos funcionarios académicos. Un filósofo supo decir que la libertad es el punto de inflexión entre dos necesidades. Valiéndonos de esta figura diríamos que el reglamento escrito de la universidad es la parte inalterable, necesaria, pero el punto de inflexión entre los artículos del reglamento es el agujero ideal por el que pueden escurrirse los caprichos institucionales. Por eso, el que estuvo sumergido en ese sucio agujero, no tendrá mejor suerte que la de un gusano.


La letra de la ley contra el espíritu de la ley. 

La letra dice que todos somos iguales ante la ley, sin embargo, algunas veces el espíritu busca la desigualdad. Los Estatutos Universitarios dicen que los meritos públicamente reconocidos habilitan para la docencia universitaria, pero una vez adentro, el espíritu te deja de lado.