Roberto Rue
Ratio legis es la razón de ser de una ley, es el fundamento que debe
inspirar el contenido y alcance de las normas jurídicas. Los reglamentos
académicos relacionados con los concursos no están exentos del mismo principio.
Es decir, la finalidad de la selección de antecedentes del aspirante a un cargo
está en función directa a su capacidad relacionada con el tema por el cual se
llama a concurso. Esta es la
razón de ser de un llamado a concurso, y lo es de un modo excluyente. El 21 de agosto se evaluaron mis antecedentes
para la cátedra Análisis Musical III y IV, en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional
de Córdoba. En esta materia y en este momento, soy el único que tiene antecedentes
importantes relacionados con el análisis musical en esta Facultad. Soy autor de
siete libros y más de veinte artículos sobre el tema, publicados en el país y
en el exterior, incluyendo un libro en Alemania, sin embargo, el jurado me
descalificó totalmente. Entre otros argumentos de poca validez para la
finalidad del cargo, me hicieron la observación: “no tiene premios”. Esto es
asombrosamente ridículo. Tener composiciones musicales premiadas, acreditar gestión,
ser adjunto en otras materias, estar dictando o haber dictado clases en otras
dependencias educativas sobre otros temas, incluso, el tener título
universitario, no son razón suficiente para justificar la idoneidad en un cargo
docente. Este concurso fue un verdadero fraude, con argumentaciones ad hoc para
justificar lo injustificable, y lo que es peor, no se contempló el objetivo del
concurso, que es ofrecer la mejor opción para los estudiantes. Pero, como
siempre ha sucedido en la
Facultad de Artes, estos últimos son los que menos se tienen
en cuenta; el acuerdo espurio entre los docentes prevalece inexorablemente. Así, la cátedra quedó a merced de principiantes. Los integrantes de jurado fueron: Pablo De Giusto (un guitarrista con orejas pero sin cerebro), Santiago Rojas Huespe (un jovencito, estudiante recién recibido y sin experiencia), Tatiana
Shundrovskaya, y María Guadalupe Vega (aparentemente, mujeres sin voz ni voto). “Felicitaciones” para ellos por la generosa impunidad
que les otorga la U.N.C. Estos docentes tienen el futuro académico asegurado.
Sinceramente,
lamento hacer este comentario, pero como en cualquier día de furia, la
confesión es parte de mi terapia. 6/9/2014.
Otros comentarios derivados de la misma situación
Aunque no lo creas.
Aunque no lo creas.
La ciencia progresa gracias a nuevas
técnicas de observación y control. El estudio y la enseñanza de las disciplinas
artísticas, en lo que se refiere a su análisis estructural, sigue el mismo
camino. Sin embargo, el concepto de análisis musical impuesto en la Facultad de Artes de la UNC, implica no admitir nuevas
técnicas de análisis en los niveles más avanzados, porque no es lo que se viene
haciendo desde un principio. Esto significa, por ejemplo, que las teorías de
Schenker o Narmour, no deben permitirse porque la perspectiva de la
musicología histórica, con la cual se comienza el estudio de la música, no se
corresponde con las etapas más adelantadas de la interpretación analítica. Semejante ignorancia da vergüenza, y es defendida obstinadamente por algunos docentes de esa
dependencia académica. Dios proteja a los estudiantes de semejante disparate.
Esta idea paleolítica, impulsada por el prof. Pablo De Giusto, está mencionada en el Acta de selección de antecedentes como condición para asumir el cargo en la cátedra de Análisis Musical III.
Esta idea paleolítica, impulsada por el prof. Pablo De Giusto, está mencionada en el Acta de selección de antecedentes como condición para asumir el cargo en la cátedra de Análisis Musical III.
Corda Frates
Privilegiar los “papelitos oficiales” (títulos)
en detrimento del conocimiento, es una torpeza inadmisible en los ámbitos
académicos. Algo que escribí hace unos años con relación a este tema:
Curriculum vitae. Los títulos aseguran que alguien pasó por la oportunidad del
conocimiento, pero no garantizan su posesión. De cualquier manera, en una
sociedad basada en el poder de la propiedad, en la “adscripción racional a los valores”, los
títulos cumplen la función de hacer legítima la exclusión social (Weber) y
protegen, al mismo tiempo, a un montón de incapaces indispensables para
bloquear los accesos por donde la inteligencia “no diplomada” pueda entrar y
ocupar posiciones clave en la división del trabajo.
La “Corda Frates” sigue presente en la Facultad de Artes,
lamentablemente..
Ética miserable
Apenas unas horas antes del concurso se hizo una insólita movida de las fichas sobre el tablero. Fue sin ética y con dudosa legalidad, para favorecer los intereses personales de la jefatura del departamento a cargo de Claudio Bazán, un aventajado en el país de la amigocracia y reconocido acosador sexual de las estudiantes. Ésta es, una vez más, la prueba de que el curriculum no sirve para nada, y que es más efectiva la complicidad servil, especialmente para los que están dispuestos a trepar a cualquier precio. La ingeniería utilizada para alinear los intereses personales en el ámbito universitario es realmente asombrosa. Y no lo es por el ingenio, sino por la impunidad reglamentaria con la que actúan algunos funcionarios académicos. Un filósofo supo decir que la libertad es el punto de inflexión entre dos necesidades. Valiéndonos de esta figura diríamos que el reglamento escrito de la universidad es la parte inalterable, necesaria, pero el punto de inflexión entre los artículos del reglamento es el agujero ideal por el que pueden escurrirse los caprichos institucionales. Por eso, el que estuvo sumergido en ese sucio agujero, no tendrá mejor suerte que la de un gusano.
Apenas unas horas antes del concurso se hizo una insólita movida de las fichas sobre el tablero. Fue sin ética y con dudosa legalidad, para favorecer los intereses personales de la jefatura del departamento a cargo de Claudio Bazán, un aventajado en el país de la amigocracia y reconocido acosador sexual de las estudiantes. Ésta es, una vez más, la prueba de que el curriculum no sirve para nada, y que es más efectiva la complicidad servil, especialmente para los que están dispuestos a trepar a cualquier precio. La ingeniería utilizada para alinear los intereses personales en el ámbito universitario es realmente asombrosa. Y no lo es por el ingenio, sino por la impunidad reglamentaria con la que actúan algunos funcionarios académicos. Un filósofo supo decir que la libertad es el punto de inflexión entre dos necesidades. Valiéndonos de esta figura diríamos que el reglamento escrito de la universidad es la parte inalterable, necesaria, pero el punto de inflexión entre los artículos del reglamento es el agujero ideal por el que pueden escurrirse los caprichos institucionales. Por eso, el que estuvo sumergido en ese sucio agujero, no tendrá mejor suerte que la de un gusano.
La letra de la ley contra el espíritu de la ley.
La letra dice que todos somos iguales ante la ley, sin embargo, algunas veces el espíritu busca la desigualdad. Los Estatutos Universitarios dicen que los meritos públicamente reconocidos habilitan para la docencia universitaria, pero una vez adentro, el espíritu te deja de lado.
La letra dice que todos somos iguales ante la ley, sin embargo, algunas veces el espíritu busca la desigualdad. Los Estatutos Universitarios dicen que los meritos públicamente reconocidos habilitan para la docencia universitaria, pero una vez adentro, el espíritu te deja de lado.